Llevaba demasiado tiempo esperando este día y por nada del mundo consentiría que se estropeara.
Dormí alrededor de unas diez horas, uue estar despejada para él. Me levanté, desayuné y me fui a la ducha.
Mientras el agua corría por mi cuerpo desnudo , imaginaba sus manos en mi piel, acariciándome despacio, sintiendo sus dedos pasando por mis senos hasta perderse en un mar de caricias y besos profundos.
Sin darme cuenta me había pasado media hora debajo del agua imaginando mil y una historias que podían pasar esa noche. Cuando me terminé de duchar, me puse los auriculares, y esa música que tanto me recordaba a él y que tantas ilusiones me sacaba y empezé a prepararme.
Me puse mi mejor vestido, saqué mi mejor sonrisa y me dispuse a hacer el camino que me llevaría a sus brazos. Sólo quedaba una hora, una hora para, después de pasar una tarde a su lado y dar un paseo, acabar entre sus brazos desnudos.
Me dirigía hacia él, temblando y nerviosa como siempre me pasaba pero cuando me sonrió, todo cambió.
Pocos segundos después, sentí su olor, sus manos abrazándome y sus labios junto a los míos.
El resto de la tarde la pasamos entre paseos, arrumacos y sonrisas, disfrutando de cada segundo junto a él y sin importarme nada más.
Llegamos a su casa, y me dirigí hacia el servicio, necesitaba estar sola unos segundos, para calmarme los nervios. Cuando llegué a su habitación, allí estaba él, esperándome al lado de la cama, con música de fondo y una sonrisa amplia.
Llegué hasta él, y entre caricia y caricia llegamos a los labios. No eran los mismos besos de la tarde; estos eran más intensos, más profundos y eso me encantaban. Sentía su respiración y el calor de sus manos subiéndome el vestido, tocándome la espalda, levantándomelo despacio para después quitarlo con la mayor dulzura. Mis manos, apoyadas en su cintura, se dirigieron a la parte superior de la camisa, desabrochándosela con cuidado, tocándole y haciéndole estremecer. Le quité la camisa, le desabroché el botón del pantalón, y nuestros cuerpos se unieron piel con piel.
En ropa interior, me llevó hasta la cama, para una vez tumbados, terminarnos de desnudar. Sus manos, su boca y su lengua recorrieron cada milímetro de mi piel haciéndome sentir segura, y yo no iba a ser menos.
Hicimos el amor apasionadamente, besándonos hasta no poder más, sintiendo el calor del otro como si no hubiera un mañana, hasta que se nos agotaron las fuerzas.. Y abrazados, en aquella cama donde nos habíamos querido apasionados nos quedamos dormidos profundamente, sin dejar de sentirme feliz.
Qué buen relato, podrias dedicarte alguna vez a escribir realtos eróticos (?)
ResponderEliminarWOOOOOOOOOOOOOOW
ResponderEliminarYo roja en 3, 2, 1... Se te da muy bien esto de escribir eh, estremeces mucho! PD: Soy Sandia.