Era una noche fría. Yo vagaba por las calles sola; entonces, un chico se acercó a mí.
Tenía una mirada distinta a los demás y a él nunca le había visto por aquí.. Cuando me tocó note su piel, estaba helada y era muy pálido; sus ojos eran color miel, pero note un cambio de color a rojizo cuando acariciaba mi cuello con sus manos...
Por la temperatura de su piel a mí me daban escalofríos y a pesar de que algo malo me iba a pasar esa noche, yo no tenía miedo.. Intenté escapar, pero él tenía la fuerza de veinte rinocerontes; y por mucho que peleaba, por mucho que lo intentaba, no podía hacer nada.
Entonces, él me cogió de la cintura, me tiró a la pared, giró mi rostro y me lo acarició.. Cuando me quise dar cuenta vi lo que era, y lo que iba a hacer conmigo. Él sonrió y pude ver sus colmillos blancos y afilados cual cuchillos y antes de que posara sus colmillos en mi cuello, me miró y se relamió..
No habíamos hablado apenas, pero con las miradas nos decíamos todo.. y es entonces cuando me mordió.
Dolía; dolía mucho, era como si me estuvieran quemando viva por dentro. Él no dejaba de chuparme la sangre y cuando me quise dar cuenta me desmayé.
Creía que mi vida había acabado, que ya no volvería a vivir más y pensé en mis padres, mi hermana, mis amigos.. Por mucho que lloraba él no me hacía caso y esa noche iba a tener una muerte espantosa..
Pero todo eso cambió cuando al cabo de unas horas yo me desperté y lo primero que vi cuando abrí los ojos fue a él. A aquel chico de aquella calle que unas horas antes me había mordido hasta dejarme inconsciente.. No sabía como había logrado sobrevivir, pero lo que tampoco sabía es que él me había convertido en uno de ellos...
Tras leer las entradas desde el 15 de febrero de 2013 llegar a esta entrada me ha dejado todo picuet.
ResponderEliminar