Ella, tan dulce y a la vez tan amarga.
Aquella, a la que queremos y a la que a su vez despreciamos.
Aquella, que en muchas ocasiones ha sido una gran amiga y en muchas otras, ha sido mi mayor enemiga.
Aquella, que me da lo que necesito en todo momento, y no se aparta de mi lado aunque se lo ordene.
Aquella, que ha contemplado cada lágrima de dolor, de desesperación; cada gota de sangre, cada noche en las que estaba apoyada en la ventana viendo las horas pasar sin más, en absoluto silencio.
Aquella, que ha visto como resurgía una y otra vez de los desechos que quedaban de ese corazón absolutamente roto.
Aquella, que ha visto como ese corazón roto se volvía a ir uniendo a base de constancia y fuerza.
Aquella, que iba conmigo de la mano cuando yo no quería estar con nadie.
Ella, que muchas veces ha sido la única que ha confiado plenamente en mí.
Aquella, que me repetía una y otra vez que jamás me tenía que rendir; que no tenía que tirar la toalla, que tenía que persistir y no abandonar.
Ha sido mi parte positiva en muchas ocasiones de mi vida, pero también ha sido la que ha sacado la peor parte de mí.
Es aquella que a pesar de no estar ni sentirme sola, sigue a mi lado para ir de la mano con ella cuando yo lo necesite.
Aquella que me puede dar todo lo malo, pero también todo lo bueno.
Esa de la que tanto hablo; mi gran amiga la soledad.
Mi nena!!que bello texto!!Esa dulce y amarga compañera que es la soledad.Hay veces que te atormenta pero otras veces es tu mejor compañera.Un gran texto una vez mas
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